11. Feliz día del maestro/a
- Andrea Flores B.
- 13 abr 2023
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 13 abr 2023
Cuando me muevo por la ciudad, a veces me encuentro con estas personas que hacen malabares y cosas maravillosas en los semáforos - asombrada me pregunto cómo pueden hacer girar un aro en una mano, hacer flotar unas cuántas pelotas en el aire y todo eso, mientras caminan sobre una cuerda floja que la armaron en menos de 5 segundos y que dura el tiempo que dura el rojo.
Y enseguida vienen a la mente las increíbles habilidades que tienen los profes, lo sé porque fui profe y porque observo a profes todos los días y sé que pueden hacer muchas cosas al mismo tiempo y con tanta gracia, que lo hacen parecer fácil.
No hace mucho vivimos una época en que tuvimos que adaptarnos a las clases virtuales, presenciales e híbridas, el preescolar fue el que más impacto tuvo; tanto profes, niños, padres (y hasta abuelos), tuvieron que aprender de manera flash a utilizar medios digitales para enseñar y aprender, tuvimos que aprender a convivir, comunicarnos y relacionarnos con una compu las 24 horas del día. Una locura, casi como una película de sci-fi.
Recordé como en esos días, el ver a una profesora caminando con su laptop en la mano, dando una clase, mientras llevaba de la mano a un niño al baño. Todo eso, sin perder la gracia ni en la pantalla, ni en la vida real. Esa es la multiplicidad de un profe, otro de esos superpoderes, casi como esos malabaristas en la calle.
La pandemia y el confinamiento fueron tiempos difíciles, frustrantes y con mucha presión para el sistema educativo. Presión de las autoridades, presión de los padres, presión de poder cumplir con todas las responsabilidades del trabajo, la casa, sus propias familias y las familias de otros. La sociedad tenía sus propias expectativas de los profes, esperaban un show de circo y televisión; esperaban que todo funcionara con la misma naturalidad que estar en clases presenciales; sentí muy poca compasión y mucho egocentrismo. Vi con mucha tristeza como muchos profes se desmoronaban y perdían su emoción por enseñar.
Lo que no saben es lo que pasa detrás del telón, horas y horas de reuniones, planificaciones, preparaciones, capacitaciones, etc, etc. Eso combinado con sus propias familias y realidades- los profes tenían aros dando vueltas en una mano, pelotas flotando en la otra y todo funcionando en perfecta armonía, mientras caminaban por una cuerda floja.
Creo que la docencia no será la misma después de esta pandemia, y no es sólo por los grandes aprendizajes que tuvimos con el uso de la tecnología y el trabajo remoto, sino porque los colores más feos de la sociedad salieron a flote y se dirigieron a los profes; todos sentimos el ojo crítico y poco empático hacia la docencia.
Y aunque no puedo generalizar, agradezco a esas familias que no sólo reconocían nuestro trabajo, sino que lo apreciaban con el mayor de los respetos, eran esos pequeños motorcitos que nos daban aliento para seguir.
Sé que los profes no dejan de hacer lo mejor por sus alumnos, siguen capacitándose, siguen planificando y preparando sus clases, pero sé también que tomará tiempo hasta que se asienten algunos de estos sentimientos pandémicos y nos reencontremos con la pasión de la docencia.
Este 13 de abril, Día del maestro/a, recuerda a tu profe más querido, recuerda al profe que te hizo ver bolas, recuerda al profe enojón, al bonachón, recuerda los profes de tus hijos… y regálales tu agradecimiento real, regálales respeto, regálales alegría, regálales comprensión, esperanza - y si a alguno de ellos le puedes regalar un día en el spa ¿porqué no?
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