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6. ¿Se aprende la empatía?

  • Foto del escritor: Andrea Flores B.
    Andrea Flores B.
  • 14 feb 2023
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 15 feb 2023

No puedo decir que ninguno de mis estudiantes no me quitó el sueño, o que el recuerdo de algún suceso en la clase, no interrumpió mi canto en la mañana durante la ducha. Como a tantos de ustedes, mis alumnos abundaban en mis pensamientos y a veces, las mejores ideas de actividades me llegaban en los momentos y lugares ¡menos pensados!

Y aunque algunas veces esas ideas funcionaban maravillosamente y otras veces no tanto, había algo que siempre funcionaba: las rutinas del lunes.

Mis alumnos esperaban con mucha expectativa para elegir qué tarea iban a hacer en la semana: el ayudante del calendario, el ayudante a la hora de centros, el ayudante del clima, etc, etc.

Pero, lo que más les gustaba era cuando elegíamos quién iba a ser su pareja de la semana, la primera vez, les pedía que ellos eligieran a sus parejas, y después lo hacíamos a la suerte. Las actividades en pareja eran siempre cosas sencillas, para que se conozcan, conversen, hagan algún trabajo o juego juntos. Cuando compartían juegos, la regla más importante era que todos nos divirtamos, si alguien no la estaba pasando bien, era hora de averiguar qué estaba pasando para solucionarlo.

El preguntarles y darles opciones, siempre les ayudaba a resolver sus problemas.



Me di cuenta que además de practicar sus habilidades sociales, estaba logrando que se tengan cariño, que se cuiden, que se inviten a jugar, que se defiendan, que se ayuden.

En la hora del círculo, los que naturalmente no han superado algunos rasgos egocentristas esperados en estas edades, quieren siempre contar sus historias y ser ellos los primeros en todo - se me ocurrió pedirles que le cuenten sus historias a su pareja y que la pareja nos cuente la historia del otro, cabe decir que es un ejercicio muy interesante la primera vez… luego, con un poco de práctica logran escucharse mejor y contar las historias de sus parejas y ya no las suyas.



Algo que me gustaba hacer era dividir a la clase en grupos pequeños, para trabajar diferentes cosas; trataba que los grupos sean siempre distintos para que tengan la oportunidad de conocerse como talentosos estudiantes; que pudieran ver lo buenos [escritores, dibujantes, matemáticos, investigadores, artistas, locutores, etc.] que eran sus compañeros. Solo así podían apreciarse entre ellos.

Cuando hacíamos actividades grupales, era interesante ver lo tanto que se conocían; lo tanto que apreciaban y solicitaban los talentos de los demás.

Coincidía que muchos viernes, después del almuerzo, ya no teníamos ánimo de nada, así que dedicaba esa hora a hacer juegos académicos entre todos, siempre construyendo algo antes que compitiendo. Era muy divertido verlos ayudándose e ideando sus estrategias.

Puedo decir que aunque algunas de sus ideas terminaban siendo un desastre, lo importante se mantenía: que aprendamos a divertirnos, a hacer y ser una comunidad de clase; que demos la bienvenida a todos, que nos conozcamos en muchas facetas; que reconozcamos en nuestras diferencias la forma de complementarnos, que tanto dentro como fuera de la clase, nunca nos sintamos solos.

Aunque esta rutina se establecía el lunes, duraba inflexiblemente toda la semana: todo se logra con constancia y recordando que el adulto es quien monitorea, guía, pregunta, modela y da opciones.

No te olvides de comentar ¿Qué otras actividades te han funcionado a ti?




 
 
 

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